© Cristina Ruberte - París

GATO NEGRO

Cristina Ruberte París

Número de asiento registral 10/2004/65
Título Gato Negro
Objeto de propiedad intelectual: Texto

Autor y titular originario de derechos
María Cristina Ruberte París
Nacionalidad ESP

Número de solicitud:Z-498-03
Fecha de presentación y efectos: 29/12/2003 Hora: 13:01

Gobierno de Aragon
Registradora Territorial Marta Sevilla Casbas.

Insomnio

Y por las noches, un gato negro de la mala suerte
Imprime sus patas en mi negro coche.
Las persianas bajan con más prisa que por las mañanas suben.

Por las noches se apagan las luces,
Pero mis sueños no se encienden.

En la calle el gato llora, la vecina asa sardinas,
Y dos adolescentes se quieren morder.
Maldita conciencia de yogures caducados y plantas sedientas,
Impertinente agenda electrónica que todo lo procesa.

Acaso esta noche duerma sedada por la tele basura,
Por las marionetas drogadas que brincan y gritan,
Por los peleles de timbradas y sensuales voces,
Que todo lo tienen.

Acaso esta noche duerma algo,
O una tormenta anuncie el fin del verano

Por las noches se apagan las luces,
Pero mis sueños no se encienden

Pájaro

A veces tucán,
payaso de colores de pico que hiere.
Otras gorrión,
tembloroso corazón,
de pico besucón.

Tienes alas,
aunque nunca vuelas.
Eres ave
aunque no reces.

Demonio a ratos,
Ángel dormido.

Estrategias aladas
En mi planeta cuadrado.

Amor frutal

Es verano porque rojas rajas de sandía
se deshacen en mi boca
cuando tú me miras.
Pendientes de picotas- recién cogidas- visten mi cara
Y en las horas de siesta,
Tus dedos húmedos me desvisten.

Es verano y a tu lado siempre sabe a fruta.

Jaula de despropósitos

Frutas rojas y carnosas.

Jaula de despropósitos, de miradas persuasivas,
Alquimia colorista
De truhanes y noches
De picos pardos.

Frutas rojas y carnosas.

Barrotes de caramelos
Y columpio de gominola.
Goloso pajarito...
Empachado y taciturno diabético
De bolsillos podridos de fructosa.

Frutas rojas y carnosas.

Me empujas fuerte, suave.
Me empujas.
Y me balanceo en mi columpio.
Tú me miras y matas el rato,
Yo espero a que me mate el gato.
Tú respiras acelerado, emocionado.
Yo respiro porque tú me soplas.

Frutas rojas y carnosas.

Sueñas que soy tu princesa cautiva
Y yo con blancas mariposas.

Nunca me rescatarás.
Nunca echaré a volar.

Pintura metalizada

Ahogaste tus penas en el acelerador
Y tus pies, más briosos que en noche vieja,
Bailaron por desconocidas carreteras.

Mis negros tacones,
-Brillantes como luceros-
y las violetas de mi falda
pellizcaron tu conciencia de crápula desenamorado.

Náyade ahogada

Hubo un tiempo en que las madrugadas
agitaban las cortinas
En las largas noches de verano.
Tú acariciabas mi cabello,
que caía firme como una cortina de terciopelo,
Y te entretenías hasta el amanecer
o hasta que desvelado
comenzabas a besarme.

En aquel tiempo me bañaba
en fuentes de mansas aguas,
claras y cristalinas,
Ricas de azules.

Era tu náyade de pelo rojo,
Un endiablado crucigrama al borde de la piscina,
Una margarita deshojada en un jarrón sin agua,
Un díscolo torbellino galopando sobre tu alargada figura.

Era.
Era tu náyade de pelo rojo.

Ahora, olvidada pamela en el atardecer del malecón.
Herida paloma,
Goma de mascar de tu rumiante corazón.

Ahora.
Ahora, tengo ganas de lágrimas,
Pero sobre todo de besos.

Elegir un amor

Te prefiero a ti.

No sería mi elección,
pero le prefiero.

Encelado arquero que danza sobre brasas.
Hábil flechador de espíritu helado,
que nunca se evapora.

Hay cielo raso en mi ventana.
Y tus manos asoman por mi luna de satén.
Hoy no estaré sin ti.
A lo mejor, quién sabe... ¿quizás mañana?
Te presiento arquero,
Caballero sediento de frías manos.

Te prefiero a ti.

No sería mi elección,
pero le prefiero.

Ardiente corazón de alma hueca.
Ajedrecista con medalla de oro,
Caballo ganador en mi damero de amor.
Tembloroso chaparrón
Que se cuela por las goteras de mi chubasquero gris
y vuela por los acrílicos corazones de mi pijama rosa.

No serás el elegido,
pero te prefiero a ti.

Noche sorda

Enciendo las luces.
Todas.
La vela, el candil, el fuego,
La luz blanca, la roja y
Hasta la negra enciendo.

Lucero holgazán que atesora bombillas.
Borracho fósforo de tenue presencia
Que ya no distingo.

Soy tu lumi de noche,
Tu luciérnaga;
Y aun así no me ves.

No pinto nada

Tengo pinturas para no pintar
Carboncillo solo para emborronar,
Cuidados paisajes de bellos amaneceres sin sol.
Exquisitos manjares en bodegones borrados,
Lienzos desolados...
Ganas de destrucción.

Septiembre

Ha salido el sol
Y los edificios de la avenida
-quijotescas figuras de ladrillo cocido-
silban por sus ventanas.
Los tendederos
-Coreógrafos improvisados,
Hacen bailar en sus cuerdas
A los uniformes escolares
Y a los monos de trabajo.

Hoy la gente no está muerta
Y va y viene con sus libros,
Con sus bolsas y carteras.
Septiembre ha vaciado sus cabezas
-llenas de cáscaras de cacahuetes-
Y ha llenado sus agendas de proyectos
Y propósitos.

Las calles tocan a fiesta
Y a diana floreada.
La ciudad marca el ritmo,
El mundo sigue girando
Y la vida,
Se descubre con vida.

Tiovivo de reencuentros.
Tropel de guerreros uniformados,
Conciencias tranquilas de despertador avieso.
Triunfo otoñal de doña rutina.

Pez

Es posible traer un poco de mar
Y llevarlo hasta tu solitaria roca?

Acaso soplar tan fuerte
Para crear las olas,
O llorar para salar el agua?

Te siento como triste pescador,
Pero sin caña.
Y te veo...
Te veo con los ojos muy grandes,
Redondos y fríos.

¿Acaso de hombre pescado?

No soy yo

Soy un yoyo
No soy yo.

Subo y bajo a tu antojo.
Que destreza la tuya con ese cordel rojo,
Que lindeza la de su alteza mimándome como a un piojo.

Soy un yoyo
No soy yo.

Toco techo y bajo al suelo.
Arrastrado gusano de colores,
Alma de rara forma,
Corazón plastificado.

Soy un yoyo
No soy yo.

Sin Título

Existo en los espejos
Pero me veo en tus ojos,
Abominables canallas que todo lo juzgan.
Acusadores de dedo tembloroso.

Soy un fantasma,
Me mueven los otros.
Me ven los crápulas al amanecer,
Y hasta los sordos oyen
Mi grito ahogado.

Indolente alma
Atrapada en la vieja carpa
De payasos desdentados,
Bailarinas andrajosas
Y trapecistas arguellados.

Hado

Es cierto son como nenúfares disecados,
Como perros acartonados con los ojos llenos de lágrimas,
Como zapatos sin tacón arrastrando faldas largas hechas para taconear.

Acaso viven tristemente como hadas fotografiadas
En cuentos de niños analfabetos -amantes de la video consola-.
Acaso viven casi muertas,
En silencio y sin fecha de caducidad.

Moradoras de cajas de recuerdos,
Resignadas cartas, pletóricas de ilusiones.

Tatuaje

Quiero tatuarme tu nombre.
En el cuello, en el brazo,
En mi pecho.
Llevarte conmigo quiero,
Sentir en mi piel tu esencia quiero...

Cobarde tinta principesca,
Cosquilleos para siempre.

Tengo tatuado un sentimiento.
En bonitas letras orientales
Llevo grabado te quiero.
-Billete de ida a cualquier corazón mundano-.

Cobarde tinta principesca,
Cosquilleos para siempre.

Vómito

Son puñetazos en la boca del estómago,
Gordas cucarachas que suben por la espalda,
Oscuro vestido de pulgas y garrapatas preñadas,
Mosca comemierda trincándome la oreja.

Son casi siempre el silencio negro,
La lengua mordida,
Las verdades atragantadas,
Los labios temblorosos,
Las opiniones indefensas.

Son casi siempre el silencio asesino,
El alma empachada,
El corazón palpitante
Y las ganas de vomitar el tiempo.

Tampoco yo lo sé

Lo ignoro.

Olvidada llave
Que ya nada abre.

Arrogante carcelero
-Serio y discreto-
que todo lo sabe.
Hombre malo,
Rey del miedo.
Guardián de cuentos,
Destrozador de abetos,
De lunas a cientos.

Mirada triste pegada en sus ojos,
Vacío y nada habitando en sus gestos.
Olvidada llave
Que ya nada abre.

El gato con botas camina descalzo,
El patito feo se gusta en su espejo.
Los enanitos juegan, con manzanas sanas,
En la casa de Blanca Nieves,
Y la bruja, aturdida,
Se duerme con la telebasura.


Lo ignoro.

Olvidada llave
Que ya nada abre.

Sobadas páginas que huelen a polvo.
Portadas mágicas de raros seres.
Reclutas de un fortín
De aburridas tardes
De pan con chocolate,
Sumas y restas.
Frágil castillo de reinas sin reino,
De princesa sin cuento.

Restas importancia
Y todo lo olvidas.
Olvidas al cisne
Y a la princesa dormida,
El cesto de manzanas
Y a las brujas malas.


Lo ignoro.

Ignoro la pasta que amalgama
La gama de colores
De mis cristales rotos.
Ignoro la casta de mi alma chica.
Y lloro por las gestas perdidas
De mis cuentos rotos.

Mirada triste pegada en sus ojos,
Vacío y nada habitando en sus gestos.
Olvidada llave
Que ya nada abre.

Lo ignoro.

Azul

Cerró la puerta cuando todo estaba comenzando


Una puerta cerrada con guantes de terciopelo
Hace tanto ruido
Como una puerta golpeada por el viento.

Siempre es algo que corta,
Algo que rasga la sensible hebra de hilo
Que une el aquí y el allá,
Separando el ahora y el después.

El carillón de viento ni se inmuta
Y los delfines, azul cobalto,
Agujereados con hilo de pescar
- de qué otra forma sino -
Me miran con ojos plastificados.

Una puerta cerrada con guantes de terciopelo,
¿Hace tanto ruido
Como una puerta golpeada por el viento?

El silencio del poliéster azul es ensordecedor
Y las ventanas
-Tapiadas primaveras de mustio musgo-
Son estrellas de borracho calidoscopio
Que alegran mi estancia.

Y cuando el portazo huele a pólvora
El principio se acaba.

Memento

No hay remordimiento.
No lo hay.

Dulce y blando movimiento tierno.
Brillos y destellos.
-Tápate los ojos, súbete el embozo-

No es momento.
No lo es.

Divertimento bobo
De aburridas almas sin lamento.
Sentimiento falso.
Alquimia etílica de colores,
De largos amaneceres.
Calendario raro,
Hojas secas sin testamento.

No hay sentimiento,
No lo hay.

A fin de cuentas, mujer.

La madre que espera hijo,
La vecina que lo llama.

El adolescente que busca novia,
La novia que será madre.

La mujer que pierde al hijo,
La madre que lo trae al mundo.

El mundo de las mujeres

Mujeres.

Tejedoras de esperanza,
Moradoras de ilusión.

Entusiasmadas hembras
Con el don divino dentro.

Mujeres.

Despertador felino

El gato
–negro de la mala suerte-
Se ha vuelto a colar por mi tejado.

La lluvia ha golpeado fuerte las ventanas
Y las hojas, pegadas como cromos en un álbum de fotografías,
Son caras que se ríen de los árboles desnudos
Y de la estúpida insolencia de mis otoñales mañanas.

El gato
–negro de la mala suerte-
Ha vuelto para traer mi pasado.
Triste calendario
De grises despertares,
De mañanas repetidas.

Acerca de la autora

Acerca de la autora

Biobibliografía

Cristina Ruberte - París
España. Licenciada en Ciencias de la Información (Universidad del País Vasco) y Diplomada en Magisterio(Universidad de Zaragoza). Ha publicado los relatos “Reloj de Repetición”, “Comunícate”, “Diario roto de los 40”, “Deshójame” y “El cachete lunar”; así como sus poemarios “Amapolas y Cacerolas” y “Galletas en Soledad”, en numerosas antologías internacionales de autores hispanoamericanos. Ha sido finalista en distintos concursos internacionales de poesía, haiku y de relato hiperbreve. Mención de Honor en el Certamen de Narrativa “Colores en Tiempos Literarios” convocado por la Editorial Novelarte (Córdoba. Argentina) y Rapsoda integrante del Movimiento Cultural aBrace (Montevideo. Uruguay. 2.006). Poeta seleccionada en la antología “Poesía española contemporánea.: poéticas desde la postmodernidad” Ediciones Lord Byron. Lima y “Poesía española del S.XXI” Ediciones Lord Byron. España.